¿Hacia dónde debe ir la Universidad?


El profesor de Derecho Constitucional Francesc de Carreras emprende una sustanciosa reflexión sobre los problemas de la universidad pública a propósito de una serie de reportajes del diario español EL PAÍS que ponen la institución universitaria a examen desde la pregunta ¿hacia dónde debe ir la Universidad?

Dice el artículo:

En los últimos tiempos, en estos años de aguda crisis económica, se ha dado la impresión de que los únicos problemas de la Universidad pública eran debidos a los recortes presupuestarios. Ojalá fuera así; se trataría sólo de problemas económicos. Sin embargo, los verdaderos problemas son de mayor calado y de más difícil solución. Es más, y esto es lo peor, creo que el rumbo por el que discurre la política universitaria es básicamente equivocado: la situación se agravará y enderezar este rumbo no resultará fácil. Factores internos y externos a la Universidad lo dificultan seriamente.

 Así pues, al hilo de las crónicas de EL PAÍS, aprovecho la ocasión para exponer algunos, sólo algunos, de estos problemas. El primero es externo a la Universidad, aunque decisivo por su repercusión en ella. Me refiero a la formación que los estudiantes reciben en la enseñanza primaria y secundaria, una formación sumamente deficitaria cuando menos a dos niveles: ni adquieren suficientes conocimientos generales ni tampoco el hábito de estudiar. La responsabilidad principal es del modelo pedagógico. Un modelo en el que se ha dado prioridad a preservar una supuesta felicidad idílica del niño y del adolescente, evitarle imaginarios traumas psicológicos, subestimando así la adquisición de conocimientos básicos; y, sobre todo, no enseñándole que, en la vida, todo aprendizaje exige esfuerzo. La subestimación de las calificaciones escolares, el rechazo de la memoria como instrumento del saber y la sustitución de los exámenes por sencillos trabajos escolares han resultado técnicas perniciosas para la educación de los jóvenes.

Esta filosofía pedagógica que empezó en primaria y luego se extendió a toda la secundaria ha provocado que los estudiantes accedan a la Universidad indefensos ante lo que se les viene encima: no sólo escriben muy defectuosamente, sino que el simple hecho de leer les supone un esfuerzo insuperable. Los más capacitados saben espabilarse solos; el resto, desorientado, se queda por el camino. El mal causado, en muchos casos, es irremediable: aquello que no se les enseña en primaria y secundaria es muy difícil que se aprenda después en los estudios superiores. Por el momento, no se advierte rectificación alguna ante tan desastrosa situación. Por el contrario, este modelo pedagógico se está trasladando a la Universidad.

Leer el artículo completo aquí.

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